Esta es la historia de Gregory Grey, un
humilde trabajador de una gran multinacional. Su trabajo es muy monótono y
aburrido, únicamente tiene que pulsar las teclas que le van saliendo en el
monitor de su ordenador, pero, Gregory, era feliz. Un día llegó a su aburrido
trabajo, se sentó en su silla y esperó a que le llegasen órdenes a su monitor.
No llegaba ni una sola orden y tampoco se oía ni un murmullo. Entonces el señor Grey salió de su despacho y
se encontró con una oficina totalmente vacía, entonces decidió ir a la sala de
conferencias. Después de pasar por largos pasillos totalmente vacíos llegó a la
sala de conferencias, estaba totalmente en silencio, al contrario que en un día
corriente donde siempre se oían los alaridos de su jefe criticando la
exposición oral que ese día se estaba exponiendo. Gregory decidió ir al
despacho de su jefe. Mientras continuaba andando por los desiertos pasillos,
que antes estaban tan llenos de conversaciones y en los que facilmente se podía
percibir la prisa de la gente, se decía a si mismo "¿Qué habrá pasado?
¿Será una cruel broma de mis compañeros? Seguro que estarán todos en la oficina
del jefe y en cuanto llegue se mofarán de mí un rato pero luego podré volver a
mi aburrido empleo". En cuanto llegó a la oficina de su jefe se llevó una
gran decepción, no había nadie. Se acercó a la gran mesa, donde solía sentarse
su jefe, y recogió un pequeño papel en el que ponía "631". No sabía
que significaban estos números y, Gregory, empezó a desesperarse. Empezó a rebuscar
por toda la oficina y terminó encontrando una gigantesca caja fuerte detrás de
una de las cortinas y, entonces, se le ocurrió meter los números del papel en
la caja fuerte: "¿A quién se le ocurre poner la combinación de la caja
fuerte encima de una mesa?" En ese momento Gregory no se lo podía creer,
había abierto la caja fuerte. Inmediatamente se metió en la enorme caja fuerte,
se cerró la puerta tras él y, de repente, se encendieron las luces y
aparecieron en el fondo millares de televisores cada uno con una fecha, una
hora y un número de empleado: "¡No puede ser! ¿Acaso llevan todo mi vida
sugestionándome e incitándome a tomar las decisiones que ellos quieren? En ese
momento Gregory miró a una televisión en concreto, en ella pudo ver toda su vida
grabada en un monitor. Al fondo se podían ver dos botones: ON y OFF. Gregory
fue directo a pulsar el botón OFF pero se detuvo, quería vengarse, quería tomar
él el control. En ese momento pulsó el botón ON y, de repente, oscuridad.
Esta es la historia de Gregory Grey, un
humilde trabajador de una gran multinacional. Su trabajo es muy monótono y
aburrido, únicamente tiene que pulsar las teclas que le van saliendo en el
monitor de su ordenador, pero, Gregory, era feliz. Un día llegó a su aburrido
trabajo, se sentó en su silla y esperó a que le llegasen órdenes a su monitor.
No llegaba ni una sola orden y tampoco se oía ni un murmullo. Entonces pensó "¿Qué ha pasado? ¡Esto ya
lo he vivido!". Se levantó corriendo y fue al despacho de su jefe, no
había cambiado nada. Los pasillos seguían vacíos, el papel con la combinación
seguía donde estaba anteriormente, la caja fuerte seguía donde estaba antes...
Gregory se alivió de cierta manera, abrió la caja fuerte y pulsó el botón OFF
creyendo que eso iba a solucionar todo lo que estaba pasando pero, de repente,
oscuridad.
Esta es la triste historia de Gregory Grey, un humilde trabajador de
una gran multinacional. Su trabajo es muy monótono y aburrido, únicamente tiene
que pulsar las teclas que le van saliendo en el monitor de su ordenador, pero,
Gregory, era feliz. Un día llegó a su aburrido trabajo, se sentó en su silla y
esperó a que le llegasen órdenes a su monitor. No llegaba ni una sola orden y
tampoco se oía ni un murmullo. Gregory rompió a llorar de impotencia "¡¿Qué está pasando?! ¿Qué
puedo hacer?". Muchas más preguntas venían a su mente pero llegó a la
fatídica conclusión de que sólo había una forma de solucionar el problema.
Gregory Grey echó a correr contra la ventana y rompió los cristales se golpeó
fuertemente contra la acera y notaba la sangre brotar de sus heridas y los
cristales clavados en su cuerpo. Entonces Gregory notó una extraña sensación,
la sensación que se siente al morir, y, de repente, oscuridad.
Esta es la historia de Eleonor Lamb una
humilde trabajadora de una multinacional. Estaba caminando hacia el trabajo y
se encontró a un pobre hombre muerto en medio de la acera. Al ver la ventana
rota de la octava planta de un edificio dedujo que se había suicidado. Se quedó
mirándolo apenada un rato pero, en el fondo, se alegraba de no estar loca, de
tener un humilde trabajo y de poder tomar sus propias decisiones, como todas
las personas cuerdas, ¿no?
Por J.R.
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